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Si un lugar tiene magia en la Selva de Irati, es sin duda, la cueva de Arpea y su entorno. Es difícil explicar las sensaciones que evoca este pequeño rincón lleno de magia, leyenda, misterio y belleza. Un rincón escondido bajo las faldas del monte Errotzate (1345M) siendo el final de un valle, donde sus enormes y verdes praderas casi se acarician desde un lado al otro.

Hay quien dice que ha sentido el canto de las lamias, peinando sus largos cabellos con sus peines de oro, otras personas sienten la presencia de Basajaun, señor de los bosques y por qué no, los días de niebla quizás la diosa Mari, la tome como morada. Lo que sí que es cierto, es que desde la prehistoria hasta nuestros días esta pequeña cueva a sido y es cobijo para el ganado.

La cueva de Arpea, es un pequeño hueco de unos veinte metros, que tiene gran relevancia por la información geológica que aporta. Formada en V invertida, podemos observar los diferentes pliegues que se han ido formando durante cuarenta millones de años, cada pliegue corresponde a una era de unos veinte mil años.

Las vistas casi de vértigo que ofrece la carretera de acceso y la posibilidad de comprar queso elaborado en las mismas bordas de los pastores que suben a vivir aquí, hasta el comienzo de las primeras nieves, es otro de los atractivos que puede servir de complemento a este sencillo paseo de 10 minutos, una vez aparcado el coche.

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